EUCARISTIA

EUCARISTIA
El mejor regalo de todos

miércoles, 8 de septiembre de 2010

La EUCARISTIA para Santo Tomas

   Santo Tomás de Aquino no sólo es teólogo de la Eucaristía, sino cantor de la Eucaristía. Cuando el Papa Urbano IV instituyó la fiesta de Corpus Christi, le encargó a Santo Tomás la composición de su oficio litúrgico; y el teólogo, santo y poeta produjo una joyita litúrgica que ya ha desafiado siete siglos, y que tal vez sigamos cantando en la eternidad bienaventurada.
     Seguro que conoces cantos como el Lauda Sion, el Pange Lingua con su Tantum Ergo,  el Panis Angelicus y el Adoro Te devote.  Son todos de él.
     Aquí te damos la introducción que el santo escribió para dicho Oficio. Dice así:
     «Las inmensas bondades que la dadivosidad de Dios ha derramado sobre el pueblo cristiano han enaltecido a éste con una dignidad inestimable. “Jamás hubo nación tan grande que tuviera a sus dioses tan cercanos así como lo está a nosotros Yaveh, Dios nuestro” (Deuteronomio 4,7). En efecto, el Hijo Único de Dios, decidido a hacernos partícipes de su divinidad, tomó nuestra naturaleza de modo que haciéndose Él hombre consiguiera divinizar a los hombres. Pero hay más; todo lo que Él tomó de lo nuestro lo empleó totalmente para nuestro bien. Aquel Cuerpo suyo se lo ofreció como Víctima a Dios su Padre sobre el altar de la Cruz para reconciliación nuestra con Él. Y aquella Sangre suya la derramó como precio de rescate, y al mismo tiempo como baño purificador nuestro, de modo que, liberados de nuestra miserable esclavitud, nos viéramos limpios de nuestros pecados.
     Y para que jamás olvidáramos beneficio tan insigne, llegó a dejarnos su Cuerpo como alimento, y su Sangre como bebida, bajo las apariencias de pan y vino, para que pudieran recibirlos sus fieles.
    ¡Qué rico y admirable convite! ¡Qué banquete de salvación saturado de toda clase de dulzuras! Pero es que ¿podría imaginarse manjar más excelso? Aquí no se trata de la carne de novillos o de machos cabrios como en la Antigua Ley; aquí se nos ofrece en manjar Cristo mismo, Dios verdadero.
     ¿Puede existir, pues, algo más admirable que este Sacramento? Efectivamente, aquí el pan y el vino se convierten sustancialmente en el Cuerpo y en la Sangre de Cristo, de tal manera que Cristo, perfecto Dios y Hombre, se encierra bajo las apariencias de un poco de pan y un poco de vino.
     Y así es como los fieles lo comen o reciben, pero jamás lo trituran o laceran. Todo lo contrario, si se divide o fracciona el Sacramento, Cristo permanece entero bajo cualquier partecita desmenuzada.
     Y es que los accidentes perduran en el Sacramento pero sin apoyarse en su primera sustancia y así se ejercita nuestra fe cuando recibimos lo invisible visiblemente ocultado por unas apariencias que no son las suyas, y queden por la fe inmunizados de engaño estos nuestros sentidos, acostumbrados a juzgar por apariencias familiares.
     No hay sacramento más provechoso que éste, donde se lavan las culpas, se acrecientan las virtudes y se robustece el alma con la abundancia de todos los carismas del Espíritu.
     Esta Eucaristía se ofrece en la Iglesia tanto por los vivos como por los difuntos. De este modo, lo que fue instituido para el bien de todos, a todos aprovecha.
     Y finalmente, no hay nadie en el mundo capaz de expresar la suavidad de este Sacramento donde se saborean en su propia fuente las dulzuras del Espíritu; donde se aviva el recuerdo de aquel inefabilísimo amor que Cristo nos demostrara en su Pasión.
     Por Amor y para que se clavara en nuestras almas la inmensidad de ese amor, Cristo instituyó este Sacramento en la Última Cena, celebrada ya la Pascua con sus discípulos, y a punto ya de pasar de este mundo al Padre, y nos lo dejó como memorial perpetuo de su Pasión, culminación de los antiguos símbolos.
    Es el más grande milagro de todos los milagros por Él realizados. Y así legó el consuelo más insigne a los que, al alejarse Él, iban a quedar sumidos en la tristeza.

jueves, 5 de agosto de 2010

EUCARISTIA

LA EUCARISTIA (La Santa Hostia) es Jesucristo vivo, su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, que se hace presente cuando el sacerdote consagra el pan y vino en la Santa Misa. Estos elementos se convierten en el Cuerpo y la Sangre del Señor (La Transubstanciacion).
Recibir la Eucaristía (Comunión) es recibir a Jesucristo. La Eucaristía, explica el Papa León XIII, contiene "en una variedad de milagros, todas las realidades sobrenaturales" (Encíclica Mirae Caritatis).


  • Institución

    En el Antiguo Testamento encontramos varias prefiguracones de este sacramento, como son:

  • El maná, con que se alimentó el pueblo de Israel durante su peregrinar por el desierto. (Cfr. Ex. 16,) .

  • El sacrificio de Mequisedec, sacerdote que en acción de gracias por la victoria de Abraham, ofrece pan y vino. (Cfr. Gen. 14, 18).

  • El mismo sacrificio de Abraham, que está dispuesto a ofrecer la vida de su hijo Isaac. (Cfr. Gen. 22, 10).

  • Así como, el sacrificio del cordero pascual, que libró de la muerte al pueblo de Israel, en Egipto. (Cfr. Ex. 12).

    Igualmente, la Eucaristía fue mencionada - a manera de profecías – en el Antiguo Testamento por Salomón en el libro de los Proverbios, donde le ordena a los criados a ir para comer y beber el vino que les había preparado. (Cfr. Prov. 9,1). El profeta Zacarías habla del trigo de los elegidos y del vino que purifica.

    El mismo Cristo – después de la multiplicación de los panes – profetiza su presencia real, corporal y sustancial, en Cafarnaúm, cuando dice: “Yo soy el pan de vida …… Si uno come de este pan vivirá para siempre, pues el pan que yo daré es mi carne, para la vida del mundo”. (Jn. 6, 32-34;51)

    Cristo, sabiendo que había llegado su “hora”, después de lavar los pies a sus apóstoles y de darles el mandamiento del amor, instituye este sacramento el Jueves Santo, en la Última Cena (Mt. 26, 26 -28; Mc. 14, 22 -25; Lc. 22, 19 - 20). Todo esto con el fin de quedarse entre los hombres, de nunca separarse de los suyos y hacerlos partícipes de su Pasión. El sacramento de la Eucaristía surge del infinito amor de Jesucristo por el hombre.

    El Concilio de Trento declaró como verdad de fe, que la Eucaristía es verdadero y propio sacramento porque en él están presente los elementos esenciales de los sacramentos: el signo externo; materia (pan y vino) y forma; confiere la gracia; y fue instituido por Cristo.

    Cristo deja el mandato de celebrar el Sacramento de la Eucaristía e insiste, como se puede constatar en el Evangelio, en la necesidad de recibirlo. Dice que hay que comer y beber su sangre para poder salvarnos. (Jn. 6, 54).

    La Iglesia siempre ha sido fiel a la orden de Nuestro Señor. Los primeros cristianos se reunían en las sinagogas, donde leían unas Lecturas del Antiguo Testamento y luego se daba lugar a lo que llamaban “fracción del pan”, cuando fueron expulsados de las sinagogas, seguían reuniéndose en algún lugar una vez a la semana para distribuir el pan, cumpliendo así el mandato que Cristo les dejó a los Apóstoles.

    Poco a poco se le fueron añadiendo nuevas lecturas, oraciones, etc. hasta que en 1570 San Pío V determinó como debería ser el rito de la Misa, mismo que se mantuvo hasta el Concilio Vaticano II.


  • La eucaristía es el sacramento en el cual bajo las especies de pan y vino, Jesucristo se halla verdadera, real y substancialmente presente, con su cuerpo, su sangre, su alma y su divinidad.

    Se le llama el “sacramento por excelencia”, porque en él se encuentra Cristo presente, quien es fuente de todas las gracias. Además, todos los demás sacramentos tienden o tienen como fin la Eucaristía, ayudando al alma para recibirlo mejor y en la mayoría de las veces, tienen lugar dentro de la Eucaristía.

    A este sacramento se le denomina de muchas maneras dada su riqueza infinita.
    • La palabra Eucaristía quiere decir acción de gracias, es uno de los nombres más antiguos y correcto porque en esta celebración damos gracias al Padre, por medio de su Hijo, Jesucristo, en el Espíritu y recuerda las bendiciones judías que hacen referencia a la creación, la redención y la santificación. (Cfr. Lc. 22, 19)
    • Es el Banquete del Señor porque es la Cena que Cristo celebró con sus apóstoles justo antes de comenzar la pasión. (Cfr. 1 Col 11, 20).
    • Fracción del pan porque este rito fue el que utilizó Jesús cuando bendecía y distribuía el pan, sobre todo en la Última Cena. Los discípulos de Emaús lo reconocieron – después de la resurrección – por este gesto y los primeros cristianos llamaron de esta manera a sus asambleas eucarísticas. (Cfr. Mt. 26, 25; Lc. 24, 13-35; Hech. 2, 42-46).
    • También, se le dice asamblea eucarística porque se celebra en la asamblea –reunión - de los fieles.
    • Santo sacrificio porque se actualiza el sacrificio de Cristo. Es memorial de la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo.
    • Comunión porque es la unión íntima con Cristo que nos hace partícipes de su Cuerpo y de su Sangre.
    • Didaché es el sentido primero de la “comunión de los santos” que se menciona en el símbolo de los Apóstoles.
    • Misa posee un sentido de misión, llevar a los demás lo que se ha recibido de Dios en el sacramento. Usada desde el siglo VI, tomada de las últimas palabras “ite missa est”. isa posee un sentido de misión, llevar a los demás lo que se ha recibido de Dios en el sacramento. Usada desde el siglo VI, tomada de las últimas palabras “ite missa est”. sa posee un sentido de misión, llevar a los demás lo que se ha recibido de Dios en el sacramento. Usada desde el siglo VI, tomada de las últimas palabras “ite missa est”.

    Referencias Bíblicas Principales: Juan 6, 26-58 (Cristo enseña que El es el "Pan de Vida" necesario para la vida eterna). Mateo 26, 26-28;  1 Cor 11, 23-25.
    Requisitos para recibir la Comunión: 
    a) Ser Católico: estar en comunión de fe con la Iglesia Católica
    b) Estar en gracia. Para lograrlo hay que confesar todo pecado mortal.
    c) Abstenerse de comer y beber por una hora antes (agua y medicinas están permitidas). 

    SAN IGNACIO DE ANTIOQUIA:
    (Siglo I): Llama por primera vez "Eucaristía" al Santísimo Sacramento. San Ignacio utiliza la terminología de San Juan para enseñar sobre la Eucaristía, a la que llama "la carne de Cristo", "Don de Dios", "la medicina de inmortalidad". Llama a Jesús "pan de Dios" que ha de ser comido en el altar, dentro una única Iglesia.

    "No hallo placer en la comida de corrupción ni en los deleites de la presente vida. El pan de Dios quiero, que es la carne de Jesucristo, de la semilla de David;
    su sangre quiero por bebida, que es amor incorruptible.
    Reuníos en una sola fe y en Jesucristo.. Rompiendo un solo pan, que es medicina de inmortalidad, remedio para no morir, sino para vivir por siempre en Jesucristo"

    San Ignacio denuncia a los herejes "que no confiesan que la Eucaristía es la carne de Jesucristo nuestro Salvador, carne que sufrió por nuestros pecados y que en su amorosa bondad el Padre resucitó". 

    SAN JUSTINO:
    A nadie le es lícito participar de la Eucaristía sino al que crea que son verdad las cosas que enseñamos, y se haya lavado en aquel baño que da el perdón de los pecados y la nueva vida, y lleve una vida tal como Cristo enseñó.


    SAN AGUSTIN:
    "Los mártires, al derramar su sangre por sus hermanos, no hicieron sino mostrar lo que habían tomado de la mesa del Señor. Amémonos, pues, los unos a los otros, como Cristo nos amó y se entregó por nosotros." -Lit Horas, miércoles santos.
    S. Agustín: «Si vosotros mismos sois Cuerpo y miembros de Cristo, sois el sacramento que es puesto sobre la mesa del Señor, y recibís este sacramento vuestro. Respondéis “Amén” a lo que recibís, con lo que, respondiendo, lo reafirmáis. Oyes decir “el Cuerpo de Cristo”, y respondes “amén”. Por lo tanto, se tú verdadero miembro de Cristo para que tu “amén” sea también verdadero»