EUCARISTIA

EUCARISTIA
El mejor regalo de todos

La EUCARISTIA Como Sacrificio

A pesar de que el sacramento y el sacrificio se llevan a cabo en la misma consagración, hay que distinguirlos. La Eucaristía es sacramento porque Cristo se nos da como alimento para el alma, y es sacrificio porque se ofrece a Dios en oblación.

En el sacramento la santificación del hombre es el fin, pues se le da como alimento y en el sacrificio el fin es darle gloria a Dios, es a Él a quien va dirigido. Así mismo, la Eucaristía es sacrificio de la Iglesia – Cuerpo Místico de Cristo – que se une a Él y se ofrece a Dios.

Desde el principio de la creación, el sacrificio es el principal acto de culto de las diferentes religiones, siempre se le han rendido a Dios homenajes. El sacrificio es un ofrecimiento a Dios, donde existe una cosa sensible que se inmola o se destruye (víctima), llevándolo a cabo un ministro legítimo, en reconocimiento del poder de Dios sobre todo lo creado.


La Santa Misa como reproducción que es del sacrificio redentor de la cruz, tiene los mismos fines y produce los mismos efectos:

  • Adoración: el sacrificio de la Misa rinde a Dios una adoración absolutamente digna de Él. Con una Misa le damos a Dios todo el honor que se le debe. Glorificación al Padre: con Cristo, en Cristo y por Cristo. Este es el fin latréutico.



  • Reparación: fin propiciatorio, reparación por los pecados .



  • Petición: fin impetratorio. Pedir gracias y favores, pues la Misa tiene eficacia infinita de la oración del mismo Cristo.

    Nos alcanza, si no le ponemos obstáculos la gracia actual necesaria para el arrepentimiento de los pecados. Nada puede hacerse más eficaz para obtener de Dios la conversión de un pecador como ofrecer por esa intención el Santo Sacrificio de la Misa, rogando al mismo tiempo al Señor que quite del corazón del pecador los obstáculos para la obtención infalible de esa gracia.

    Remite infaliblemente, si no hay obstáculos, parte de la pena temporal.

    A través de la Santa Misa recibe Dios, de modo infinito y sobreabundante, méritos remisorios de los pecados de vivos y difuntos.




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